Si me permiten utilizaré este material en mi tesis de licenciatura de Empresariales.
https://efe.com/espana/2024-03-10/jose-luis-rodriguez-zapatero-aniversario-20-anos-primer-gobierno/
los esfuerzos de la presencia sionista en Irak para socavar la autoridad de los líderes de la comunidad, como el Jajam Bashi (jefe de la comunidad judía) Sasson Kaduri; la política sionista destinada a crear una grieta entre las comunidades judía y musulmana, suscitando así un sentimiento de pánico antiárabe entre los judíos; la propaganda antijudía difundida sobre todo por el Partido Istiqlal (partido de la independencia); el fracaso de la mayor parte de los intelectuales y líderes árabes para subrayar y hacer entender la diferencia entre judíos y sionistas, así como su fracaso para garantizar la seguridad de los judíos en el mundo árabe; la persecución de los comunistas, que contaban entre sus filas a numerosos judíos antisionistas; los acuerdos secretos entre algunos líderes árabes y sus pares israelíes en torno a la idea de un “intercambio de población”, y finalmente la mala comprensión, por parte de muchos judíos árabes, de la diferencia entre su propia identidad religiosa o sentimiento de pertenencia y el proyecto de Estado nación laico del sionismo, un movimiento que prácticamente no tenía nada que ver con ese sentimiento, a pesar de que estaba basado en una retórica casi religiosa.
Quedarse, ¿pero a qué costo?
Aún hoy, los debates en torno a las circunstancias que llevaron a la partida de los judíos iraquíes exacerban las pasiones políticas. El discurso en relación a la partida masiva de Irak es comparado con los refugiados palestinos de 1948,
Irak, Jerusalem, Jose Luis Rodrigrez Zapatero.

José Luis Rodríguez Zapatero, recién investido presidente del Gobierno. EFE/Manuel H. de León
20 años del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero
Sol Carreras |
Madrid (EFE).- José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en presidente del Gobierno hace 20 años, tras unas elecciones marcadas por el 11M, y permaneció durante dos legislaturas que tuvieron hitos como el fin de ETA o la aprobación del matrimonio homosexual, pero en las que la gestión de la crisis económica le pasó factura.
Zapatero celebra este sábado los 20 años de su llegada al Ejecutivo en un acto organizado por el PSOE en Bilbao a pocos días de las elecciones vascas junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato socialista a lehendakari, Eneko Andueza.
La conmemoración de este 20 aniversario llega por adelantado, ya que la primera victoria de Zapatero tuvo lugar en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004 y fue investido presidente del Gobierno un mes después, el 16 de abril de ese año.
Los atentados del 11M
El atentado terrorista del 11M marcó la recta final de aquella campaña electoral, en la que el Gobierno de José María Aznar mantuvo prácticamente hasta el último momento su tesis sobre la autoría de ETA, mientras los socialistas reclamaban la verdad al Ejecutivo.
Y aunque no está claro hasta qué punto este atentado tuvo influencia en la victoria de Zapatero, lo cierto es que la participación electoral aumentó considerablemente y el PSOE fue a la contra de las encuestas, al quedar finalmente como primera fuerza con 164 escaños, 39 más que en la anterior legislatura.
Empezó así la era de Zapatero, que terminó a finales de 2011 con un adelanto electoral fruto del desgaste de la crisis económica, el reverso de la moneda de un Gobierno con muchos hitos sociales.
La retirada de las tropas de Irak y el fin de ETA

La primera medida que tomó Zapatero nada más prometer su cargo ante el rey fue la retirada de las tropas españolas que estaban en Irak, cumpliendo así con uno de sus compromisos de campaña, mientras que en política interior uno de los ejes de su Gobierno fue la lucha contra el terrorismo de ETA.
Zapatero pasó de anunciar el 29 de junio de 2006 el inicio de un diálogo con ETA, tras declarar la banda terrorista un «alto el fuego permanente», a suspender todas las iniciativas después del atentado en el aeropuerto de Barajas el 30 de diciembre de ese mismo año.
La gran noticia llegó el 20 de octubre de 2011, cuanto ETA hizo público el histórico comunicado en el que anunciaba el «cese definitivo de su actividad armada», un hecho que Zapatero atribuye en gran parte al trabajo del PSOE y de su Gobierno.
Leyes sociales
Una de las leyes de carácter social más recordada de la etapa de Zapatero es la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que convirtió a España en el tercer país del mundo en permitirlo, tras los Países Bajos y Bélgica.
Pero durante los gobiernos de Zapatero también vieron la luz otras leyes sociales destacadas como la ley de igualdad, la ley integral de medidas contra la violencia de género, la ley de dependencia, la ley del divorcio exprés, la ley antitabaco, la ley de memoria histórica o la nueva ley del aborto, que situaba la mayoría de edad para interrumpir el embarazo en los 16 años.

Gobiernos feministas
Zapatero encabezó tras su investidura el primer gobierno paritario en la historia de España y a continuación, en su segunda legislatura, el primero de la democracia española con más mujeres que hombres.
María Teresa Fernández de la Vega fue la primera mujer vicepresidenta de un Ejecutivo en España, cargo que ocupó hasta la remodelación del Gobierno de octubre de 2010, cuando la relevó en el puesto Alfredo Pérez Rubalcaba.
Y Carme Chacón se convirtió en la primera ministra de Defensa española, con una imagen que dio la vuelta al mundo al pasar revista a las tropas embarazada.
Política territorial
Durante el segundo mandato de Zapatero se acordó un nuevo modelo de financiación autonómica, aceptado por todas la comunidades en diciembre de 2009 y que sigue vigente debido a la falta de un acuerdo posterior.
Más allá de este pacto histórico, en política territorial Zapatero fue muy cuestionado por otro acuerdo que alcanzó en 2006 con el entonces líder de CiU, Artur Mas, para apoyar el nuevo Estatuto de Cataluña.
El texto, que eliminó el término «nación» de su versión final, fue aprobado por las Cortes Generales y declarado inconstitucional en varios de sus artículos por el Tribunal Constitucional en 2010, tras un recurso del PP.

La crisis económica
Pero el mayor problema que tuvo que afrontar Zapatero en sus años de Gobierno fue la fuerte crisis económica derivada de la crisis financiera internacional.
Crisis, una palabra tabú para el presidente, que eludió pronunciar durante meses al referirse a esta situación como una simple desaceleración económica.
En 2010 su Ejecutivo tomó duras medidas de ajuste económico que incluyeron la bajada de sueldo de los funcionarios y la congelación de las pensiones, además de una reforma laboral, que provocaron un amplio rechazo social y político.
La presión aumentó hasta desembocar el 29 de septiembre de ese año con la primera huelga general durante su Gobierno.
Poco después, en julio de 2011, Zapatero anunció un adelanto de las elecciones generales para el 20 de noviembre en las que no repetiría como candidato y que se saldaron con la mayoría absoluta del Partido Popular y una nueva etapa con Mariano Rajoy como presidente.
«Sant al-Tasqit»
Setenta años desde la salida de lo
Siete décadas después de su éxodo masivo, la narración sobre la salida de los judíos iraquíes apenas se ha asentado, ni siquiera dentro de la propia comunidad desplazada. Una existencia milenaria continua en Mesopotamia se hizo imposible a raíz de un vórtice histórico generado por fuerzas políticas dominantes e ideologías en colisión. La caída del Imperio Otomano, el subsiguiente dominio del colonialismo británico y el surgimiento de los movimientos nacionalistas judíos y árabes generaron presiones políticas internas y externas sobre la comunidad judía-iraquí. Atraída en direcciones opuestas, la comunidad terminó siendo el daño colateral de las zonas ideológicas en guerra.

Luego de la partición de la Palestina decidida por las Naciones Unidas, la creación del Estado de Israel y la Nakba, la mayoría de los judíos de Irak fueron desplazados.
( https://es.wikipedia.org/wiki/1984_(novela)
1984 (en su versión original en inglés: Nineteen Eighty-Four) es una novela política de ficción distópica, escrita por George Orwell entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949. La novela popularizó los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, de la notoria habitación 101, de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del idioma inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado.
Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha conocido como sociedad orwelliana,[1] una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. Sin embargo, no hay que olvidar que estos elementos ya aparecen en la novela rusa Nosotros (1924) de Zamiatin, en la que se inspiró Orwell, y que se considera la novela fundadora de la novela distópica contemporánea. La novela de 1984 es, sin embargo, mucho más popular y el término «orwelliano» se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. La novela fue un éxito en términos de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes libros del siglo XX.
https://es.wikipedia.org/wiki/1984_(novela) )
Entre 1950 y 1951, abandonaron su país cerca de 120.000 judíos iraquíes, la mayor parte para ir a Israel durante una operación llamada tasqit al-jinsiya (la pérdida de nacionalidad), porque un prerrequisito era renunciar a la identidad iraquí y partir sin posibilidad de retorno. Ese éxodo, más conocido con el nombre de sant al-tasqit (el año del tasqit) es relatado convencionalmente como el fin del exilio babilónico y la realización de la promesa mesiánica del retorno a Sión. En la tradición judía, Babilonia es un lugar para la diáspora, la condición suprema del exilio tal como lo relata la frase bíblica: “Sobre las orillas de los ríos de Babilonia, estábamos sentados y llorábamos recordando Sión.”
Al convertir conceptos religiosos en un discurso etnonacionalista, la noción sionista de aliyá (inmigración judía a la Tierra de Israel) dio como resultado una mistificación del movimiento transfronterizo épico entre las zonas enemigas. En efecto, el título oficial elegido para el transporte aéreo de los judíos iraquíes era “Operación Esdras y Nehemías”, que invoca los nombres de los profetas asociados al episodio bíblico del retorno a Jerusalén y la reconstrucción del Templo. Sin embargo, lo que con frecuencia suele ser presentado como la “reunión de los exiliados” y el retorno de “la diáspora” a Jerusalén en realidad fue una experiencia compleja y dolorosa, y un trauma multigeneracional que engendró un sentimiento de pertenencia ambivalente para los judíos desplazados de Oriente Próximo.
Los dolores de la salida
La creación del Estado de Israel en 1948 y el desplazamiento masivo de los palestinos hacia los países árabes vecinos colocaron a los judíos de Oriente Próximo en una posición extremadamente vulnerable. Los judíos árabes debían así jurar lealtad a una identidad articulada sobre dos nociones conflictivas, “judío” y “árabe”, ambas redefinidas desde hacía poco tiempo a la luz del nuevo título histórico de una pertenencia etnonacional. Durante el período pos 1948, esa problemática se volvió más intensa. Si por un lado los palestinos pagaron el precio de la masacre industrializada de los judíos en Europa, los judíos árabes se encontraron en un nuevo orden mundial que no podía acomodarse al mismo tiempo a su judeidad y su arabidad.
De repente, los judíos iraquíes, egipcios y sirios debieron defender una judeidad asociada –por primera vez en su historia– no a su religión, sino a un nacionalismo colonial. Ese período memorable dio lugar a expresiones de hostilidad generales y a numerosas medidas discriminatorias en su contra. La presión sionista destinada a desplazar las comunidades judías y a ponerle fin a la gola (diáspora) por un lado, y la equivalencia entre judaísmo y sionismo del nacionalismo árabe, por el otro, llevaron finalmente a la partida de los judíos árabes de sus países.
Irónicamente, la visión sionista que hacía de la arabidad y de la judeidad dos nociones excluyentes no tardó en ser adoptada por el discurso nacionalista árabe, situando así a los judíos árabes en el centro de un dilema terrible.
Ciertamente, algunos judíos expresaron el deseo de partir a Israel. Pero la pregunta es: ¿por qué, luego de milenios de presencia en sus países, quisieron partir de un día para otro? En realidad, ese desplazamiento fue el resultado de circunstancias complejas, donde el pánico y la confusión jugaron un papel más importante que un supuesto deseo de aliyá, en el sentido nacionalista del término1.
Y cuando se toman en cuenta las circunstancias de su partida forzada, ese “retorno” parece menos natural e inevitable: los esfuerzos de la presencia sionista en Irak para socavar la autoridad de los líderes de la comunidad, como el Jajam Bashi (jefe de la comunidad judía) Sasson Kaduri; la política sionista destinada a crear una grieta entre las comunidades judía y musulmana, suscitando así un sentimiento de pánico antiárabe entre los judíos; la propaganda antijudía difundida sobre todo por el Partido Istiqlal (partido de la independencia); el fracaso de la mayor parte de los intelectuales y líderes árabes para subrayar y hacer entender la diferencia entre judíos y sionistas, así como su fracaso para garantizar la seguridad de los judíos en el mundo árabe; la persecución de los comunistas, que contaban entre sus filas a numerosos judíos antisionistas; los acuerdos secretos entre algunos líderes árabes y sus pares israelíes en torno a la idea de un “intercambio de población”, y finalmente la mala comprensión, por parte de muchos judíos árabes, de la diferencia entre su propia identidad religiosa o sentimiento de pertenencia y el proyecto de Estado nación laico del sionismo, un movimiento que prácticamente no tenía nada que ver con ese sentimiento, a pesar de que estaba basado en una retórica casi religiosa.
Quedarse, ¿pero a qué costo?
Aún hoy, los debates en torno a las circunstancias que llevaron a la partida de los judíos iraquíes exacerban las pasiones políticas. El discurso en relación a la partida masiva de Irak es comparado con los refugiados palestinos de 1948, en una especie de impugnación de la Nakba que se inscribe en una competencia por el monopolio del sufrimiento histórico. Así, ambos éxodos son inscriptos en el marco de la retórica del “intercambio de población”, un intento por minimizar la responsabilidad israelí en el “éxodo palestino” asociándolo al “éxodo de los judíos de los países árabes”, considerado como equivalente.
En base a lo que podría llamarse una versión “pogromizada” de la historia judía, algunas versiones de esa retórica sostienen una hipótesis que convierte a los musulmanes en los perpetuos perseguidores de los judíos. En sus formas más tendenciosas, esa retórica integra la experiencia de los judíos árabes a la historia de la Shoá y la proyecta sobre el mundo musulmán, que sin embargo jamás aplicó y ni siquiera apeló a una “solución final”. Una de las manifestaciones de esta lectura tendenciosa es la campaña destinada a incluir el farhud –los sangrientos ataques contra los judíos de Bagdad en junio de 19412– en el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos. Es evidente que la violencia del farhud es condenable, y que incluso se la puede vincular con la propaganda nazi que llegaba en ese entonces desde Berlín, pero no se puede llegar al punto de equiparar árabes y nazis, ni de fomentar el discurso de un eterno antisemitismo musulmán. Todo eso sin hablar del hecho de que durante el farhud, algunos musulmanes también protegieron a sus vecinos judíos, y que la designación de ese acontecimiento con el término “pogromo” es una lectura histórica eurocentrada del destino de los judíos iraquíes.
El papel del jajam Kaduri
Aunque la mayoría de los judíos iraquíes fueron desplazados tras el plan de partición de la Palestina, el jajam bashi Sasson Kaduri se quedó para proteger a quienes no habían partido, y así atravesó guerras, revoluciones y una dictadura que volvió infernal la vida de los iraquíes, y en particular la de los judíos, quienes constantemente eran objeto de sospechas de deslealtad. Durante el mismo período, parte de los hijos del jajam partieron a Israel, donde los judíos iraquíes –al igual que los sefardíes y en términos más generales, los judíos de Oriente Próximo– sufrían la exclusión, el rechazo y la estigmatización por ser árabes u orientales, en un país que se consideraba por lo menos como un refugio.
La mayoría de los miembros de la comunidad judía no participaban en actividades políticas, ni en el bando de los nacionalistas, de los sionistas o de los comunistas. Pero se encontraron involuntaria y peligrosamente implicados en el enfrentamiento de las ideologías nacionalistas. En 1936, por ejemplo, con la escalada del conflicto entre los palestinos y los yishuv (las unidades de poblamiento judío) en la palestina bajo mandato británico, el jajam publicó una declaración en nombre de la ta’ifa al-Israiliyya (la comunidad israelí) iraquí. Su objetivo era despejar toda sospecha en relación a la participación de los judíos iraquíes en el movimiento sionista. “Ningún miembro de la comunidad israelita de Irak –escribía el jajam– mantiene la menor relación, ni el menor contacto, ni ningún tipo de actividad con el movimiento sionista, en ningún sentido posible.” Su texto insistía también en el hecho de que “los judíos de Irak son iraquíes y forman parte del pueblo iraquí”.
Sin embargo, ++aralelamente a las tensiones entre los dirigentes tradicionales de la comunidad y el movimiento sionista clandestino, alcanzaron su paroxismo. Siempre instando a la reconciliación, el jajam participó como mediador entre el régimen y la comunidad, una actitud considerada a lo sumo inadecuada por algunos, y que fue denunciada sobre todo por los sionistas. En un contexto de una creciente cantidad de arrestos y de jóvenes acusados de pertenencia sionista en Irak, se organizó una manifestación contra el jajam Kaduri que provocó su renuncia en diciembre de 1949.
Acusados de traición en Irak
Separado hasta el final de su vida de la mayor parte de los miembros de su familia, el jajam terminó recuperando su posición a la cabeza de la comunidad. Siguió teniendo una visión flexible de la judeidad, aceptando la evolución social de las costumbres. Muy implicado en la vida de los restantes miembros de la comunidad, en las fiestas como en el duelo, era una figura simbólica esencial para su identidad judía.
Con el golpe de Estado de 1968, el control dictatorial ejercido por el partido Baaz tuvo un efecto devastador sobre la población iraquí. Las medidas de terror que se adoptaron para aplastar a los enemigos reales o imaginarios del régimen llevaron al encarcelamiento, la tortura, el secuestro y el asesinato de varios ciudadanos iraquíes inocentes. Esa represión era más exacerbada contra la comunidad judía, sospechada de traición, y algunos de cuyos miembros fueron ahorcados en público3.
La vigilancia de todos los iraquíes se tradujo en acusación lisa y llana de colaboración con el enemigo sionista en el caso de los judíos iraquíes, poniendo así en peligro hasta la existencia misma de la comunidad judía en Irak. La represión ejercida por el partido Baaz entre 1969 y 1971 condujo a la partida de los judíos iraquíes que todavía permanecían en el país. Su población siguió decreciendo a comienzos de la década de 1970. Tras siglos de existencia en Mesopotamia, los judíos iraquíes se dispersaron entre el Reino Unido, Israel, Canadá, los Estados Unidos y los Países Bajos. Cuando Irak fue invadido en 2003, en el país apenas quedaban unas decenas de judíos.
En la biografía de Sha’ul Hakham Sasson que el hijo del jajam bashi publicó en 1999, el autor intentó restituir una mejor imagen de su padre, con quien había permanecido en Irak y cuya reputación había sido atacada por el discurso sionista. Publicado en Jerusalén por la asociación de universitarios judíos de Irak con el título árabe Ra’en wa-ra’eeyya (“un jefe y su comunidad”), el libro relata con brío cómo, durante el período turbulento posterior a la guerra de junio de 1967, el autor mismo fue detenido en las prisiones de Sadam Husein, en un intento manifiesto de presionar al jajam para sacarle algunas declaraciones a favor del régimen ante el creciente rechazo internacional.
Tras su éxodo de Irak y del shock experimentado al llegar a Israel, los judíos iraquíes intentaron ponerles palabras a sus sentimientos, sobre todo al hecho de haber sido traicionados tanto por Irak como por Israel. Impulsados por los rumores de un acuerdo secreto entre los gobiernos iraquí e israelí bajo los auspicios de los británicos, acusaron al régimen iraquí de haber expropiado los bienes que habían dejado en su país, y a los israelíes de haberlos transformado en mano de obra a bajo costo. La frase “ba’ona” (“nos vendieron”) traduce toda la amargura de esa situación sin salida en la que se encontraron, desde el temor de la persecución previo a su partida de Irak hasta su confrontación con el racismo de los israelíes europeos. Una expresión resume bien su situación: “En Irak éramos judíos, en Israel somos árabes.” Ese sentimiento de estar en el exilio por partida doble está en desfase c.
+on el relato oficial, según el cual los judíos presuntamente fueron salvados de la constante opresión de los musulmanes. Pero confirma lo que vivieron en el éxodo los judíos iraquíes, que se volvieron chivos expiatorios sacrificados sobre el altar del conflicto árabe-israelí.
https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/presidentes/paginas/rodriguezzapatero_bio.aspx
Biografía
José Luis Rodríguez Zapatero
26.9.2018
Valladolid, 1960. Licenciado en Derecho por la Universidad de León. Fue profesor de Derecho Constitucional en dicha Universidad. Se afilió al PSOE en 1979, y desde 1982 ocupó cargos de responsabilidad en el partido, entre los que destacan la Secretaría de las Juventudes Socialistas de León y la Secretaría General de la Federación Socialista Leonesa, para la que fue elegido en 1988. Diputado en el Congreso desde 1986, a partir de 1996 fue portavoz del PSOE en la Comisión de Administraciones Públicas de la Cámara Baja.
En el año 2000 fue elegido secretario general del PSOE en el XXXV Congreso del partido. El 14 de marzo de 2004 el PSOE ganó las elecciones generales y se convirtió en el quinto presidente del Gobierno de la Democracia. Constituyó el primer Ejecutivo paritario entre hombres y mujeres de la historia de España. Entre las medidas adoptadas en su primer mandato destacaron la retirada de las tropas de Irak, la Ley contra la Violencia de Género, la Ley de Igualdad, la Ley de Memoria Histórica, la denominada Ley de Dependencia o la que posibilita el matrimonio entre personas del mismo sexo. José Luis Rodríguez Zapatero también propuso la iniciativa internacional de la Alianza de Civilizaciones, que fue adoptada como programa oficial por las Naciones Unidas en abril de 2007.
En marzo de 2008, comienza su segundo mandato. En él se alcanzó el acuerdo para la financiación autonómica, aprobado por el Consejo de Política Fiscal y Financiera donde están representadas todas las Comunidades Autónomas, y el que elimina la publicidad de RTVE. También destaca la propuesta de Ley de Economía Sostenible, cuyo objetivo fue poner las bases para renovar el modelo productivo español en el marco de la crisis económica internacional. En el primer semestre de 2010 España ocupó por cuarta vez en la historia la Presidencia de turno de la Unión Europea.
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